EL VIÑEDO EMPIEZA A CONTAR SU HISTORIA
El verano avanza y con él llega el envero, uno de los momentos más hermosos y significativos del ciclo de la vid.
Un cambio sutil a simple vista pero cargado de simbolismo y trascendencia para quienes sabemos que la viña es el principio de todo.
En nuestras parcelas de albarín y prieto picudo, este proceso ya ha comenzado. Es fácil reconocerlo ya que las uvas empiezan a cambiar de color.
En el caso de la prieto picudo, las bayas pasan del verde a tonos violáceos, púrpuras intensos, marcando el inicio de su maduración. Mientras que el albarín se viste de dorado, anticipando la frescura y elegancia que lo caracterizan en cada añada.
El envero no es solo un espectáculo para los sentidos, supone también un momento clave en el desarrollo del fruto:
Comienza la acumulación de azúcares en las bayas, disminuye de forma progresiva su acidez natural, empiezan a desarrollarse los compuestos aromáticos que darán personalidad al vino y la textura del grano cambia, volviéndose más blando y jugoso.
Es el punto de partida de una cuenta atrás que nos lleva directamente a la vendimia.
A partir de ahora el viñedo entra en una fase especialmente delicada. Seguimos con atención la evolución del fruto, vigilamos su estado sanitario y ajustamos sus cuidados porque sabemos que el equilibrio del viñedo, se construye día a día, con cada gesto y con cada elección.
La naturaleza y la gran maestría de Juan Demetrio Sanz (Director técnico de viticultura) se dan la mano con el objetivo de vendimiar en el momento óptimo.
El envero nos recuerda que la tierra nunca se detiene y que cada botella de vino empieza a gestarse mucho antes de entrar en la bodega.
En Gordonzello lo vivimos con emoción, con respeto y con la certeza de que en cada racimo ya late el alma del vino que está por venir.







Bodegas Gordonzello
Alto de Santa Marina, s/n
24294 Gordoncillo (León) España
Publicado
08 August 2025