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HISTORIA DEL TAPÓN DE CORCHO

Estamos acostumbrados a asociar el buen vino con el cierre de corcho. Los cierres son los encargados de mantener hermético el contenido, impidiendo que pierda sus propiedades. En el caso de cierre con corcho natural se consiguen mejorar las características del líquido gracias a la microoxigenación ya que supone una disminución de taninos y astringencia.

El corcho durante los tiempos clásicos

Los griegos almacenaban sus vinos en barricas, odres (pieles de animales) y ánforas fabricadas con arcilla y taponaban estos utensilios con trozos de tejido empapados en aceite de oliva. Después lo cegaban con barro arcilloso y estampaban un lacrado.

El problema de estos sistemas estaba en el impedimento de circulación del aire (lo que conocemos como microoxigenación), por lo que esos taponamientos hacían imposible la transpiración, de modo que el vino se pudría.

Los romanos, que eran grandes amantes del vino, tampoco dieron con una solución. A pesar de conocer los envases de vidrio que además empleaban en otras utilidades, no lo utilizaron para el vino. Del mismo modo, conocían las propiedades del alcornoque y lo utilizaban para diversos fines, pero no lo emplearon como tapón de corcho, seguían taponando sus barricas con arcilla o estopa (retales de tejido humedecidos con aceite o grasa animal) y como consecuencia el vino duraba muy poco.

Hasta que no llegó un cierre hermético y poroso al mismo tiempo, no pudieron solucionarse estos problemas. También, el corcho puede presentar problemas, como la presencia de TCA o “enfermedad del corcho”, una contaminación de origen fúngico que puede estropear por completo el vino, otorgándole un olor a moho y humedad.

Los primeros cierres con corcho

Lamentablemente no se conoce ni quién ni cuándo ni dónde inventó el tapón de corcho, pero los primeros tapones de corcho datan del año 1.600 y fueron utilizados en botellas de vino espumoso. De ahí que los considerados primeros buenos vinos de la Historia daten del siglo XVII. Fue el inventor del champagne, el monje Don Pierre Perignon de Hautvillers, quien formalizó el uso del tapón de corcho, ya que aseguraba que un cierre hermético permitía conservar el gas carbónico producido durante la fermentación.

Este también afirmaba que la botella de vidrio era el envase ideal para un producto de naturaleza tan singular como el vino. Tras haber experimentado con múltiples métodos de su tiempo, estaba convencido de que el tapón de corcho, junto con el vidrio, aislaban perfectamente el líquido del exterior. 

La industria del vino comenzó a tomar auge en Europa a mediados del siglo XVIII, cuando se descubrió que la uva que no se retiraba de la vid alcanzaba un bouquet (aroma característico del vino) que no se conseguía de forma artificial, pero tiempo después observaron que este proceso podía reproducirse en el interior de una redoma (recipiente de vidrio, ancho en la base, que se va estrechando hacia la parte superior; se usa en los laboratorios para hacer experimentos) convenientemente aislada. Para conseguir ese aislamiento era esencial el uso de un tapón de corcho. Gracias a estos avances, el interés por la enología se disparó y comenzaron a escribirse teorías y libros al respecto.

Hoy en día encontramos sistemas igual de efectivos que el tapón de corcho, como los corchos sintéticos y los tapones de rosca.

Tapones sintéticos

Los tapones sintéticos han necesitado más de una década para introducirse en el mundo del vino a nivel mundial. Estos tapones fueron desarrollados principalmente en Estados Unidos y Australia, países que han aumentado su producción de vino y han tenido que dar una solución a la carencia de corcho.

El tapón sintético se fabrica con material plástico que presenta una estructura celular interna de celda cerrada que imita la estructura del corcho natural. El principal provecho de este material es que las bodegas pueden utilizarlos en las mismas taponadoras que los corchos.

Como ventajas destacan la neutralidad organoléptica, es decir, la eliminación del posible corcho en el vino; su coste, menor que el corcho natural o su resistencia al envejecimiento. La permeabilidad del tapón al oxígeno es un parámetro fundamental para la conservación del vino y una de las mayores críticas que ha recibido este tapón sintético es debido a su baja permeabilidad.

Tapones de rosca

Son muchos los países que han recurrido al tapón de rosca y lo han asumido con naturalidad: Alemania, Suecia, Holanda o Inglaterra, donde es común encontrar este tipo de cierre en la gran mayoría de vinos, incluidos los elaborados por bodegas españolas.

En España son cada vez más las bodegas que recurren a él como cierre, pero existe cierta reticencia por parte de los consumidores ya que la gran mayoría asocia los vinos con tapón de corcho con vinos de mejor calidad.

El tapón de rosca tiene más de 40 años de recorrido y es cómodo, seguro y su estética también juega un papel fundamental.  Lo que debemos tener en cuenta es que no se trata de enfrentar al tapón de rosca al tapón de corcho u otros materiales, sino de elegir el que mejor convenga en cada tipo de vino y situación.

Bodegas Gordonzello

Alto de Santa Marina, s/n
24294 Gordoncillo (León) España

Publicado

19 February 2021

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