Estos dos vinos se confunden de forma frecuente, pero si sigues leyendo aprenderás a distinguirlos como un experto.
Vinos rosados
Por un lado tenemos el vino rosado, como lo son nuestros magníficos Gurdos o Peregrino Rosado. Estos vinos se elaboran mediante uvas tintas, con la pecularidad de que el tiempo que pasa en contacto con las uvas es bastante breve en comparación con el vino tinto, lo que le da ese color que todos conocemos y le otorga el nombre de "rosado". Tras esto, las pieles se retiran y el mosto continua la fermentación. Además, estos vinos suelen tener aromas a frutas rojas y sabores frescos y elegantes.
Vinos claretes
Por otra parte pasamos al clarete, cuya principal característica y diferencia con respecto al rosado es el hecho de que se elabora mediante la mezcla de uvas tintas y blancas y sufre una maceración más longeva que el rosado, por lo que el color y el sabor son más intensos. En nariz puede presentar unas notas de frutas rojas al igual que el rosado, aunque en boca se presenta como un vino mucho más robusto.
Y como curiosidad, ¿por qué se llama "clarete? La respuesta es simple habiendo leído lo anterior. Al tener un proceso de elaboración más parecido al tinto, tradicionalmente se le ha denominado "tinto claro", o lo que es más sencillo de decir, "clarete".
Tras leer estos párrafos, ya sabréis que no es lo mismo "ponme un rosado" que "ponme un clarete". Y sobra decir que si se trata de rosados, ¡en Gordonzello somos los reyes!
