Desde hace miles de años y mediante un proceso natural de fermentación se consigue elaborar el vino, un apreciado producto fruto de la vid. Pero, ¿cuáles son sus orígenes? Para saber dónde se encuentra la cuna del vino debemos retroceder miles de años atrás en la historia de la humanidad.
En 1986 fue hallada en los Montes Zagros iraníes una vasija procedente del neolítico que conservaba en su interior restos relacionados con la crianza del vino. Este elemento data del año 5.000 a.C.
Por otro lado, en el antiguo Egipto creían que fue el rey mítico Osiris quién plantó la primera vid en la ciudad de Thyrsa y posteriormente elaboró el primer vino del mundo.
El vino en la religión
En la mitología griega se atribuye la invención del vino a su dios Dionisio y por ello era denominado el Dios de la Vendimia y el Vino. Por su parte, los romanos denominaron a este dios con el nombre de Baco, atribuyéndole el honor de ser el descubridor del vino.
En contraposición a todo lo anterior, se encuentra la visión judeocristiana del vino, que atribuye su hallazgo a Noé, quien al salir del Arca tras el diluvio encontró unas viñas y tras haber comido abundantemente, terminó por emborracharse. También, puede leerse en el libro de los Proverbios: Dad vino a quien tiene el corazón lleno de amargura, y el profeta Ezequiel aseguraba que la planta más excelente que Dios había creado era la vid.
Los vinos de aquellos tiempos
Por entonces eran conocidos los vinos elaborados en Creta y Chipre. También era apreciado el vino de Palestina, caracterizado por su graduación y suavidad, y se valoraba el vino ligero del Valle del Sharón, así como el vino etíope, todos ellos desaparecidos hoy día.
Junto a estos vinos de prestigio hubo otros de consumo popular como los vinos mezclados con agua hervida y bálsamos que se tomaban tras el baño; el vino chipriota bebido con incienso; el Oinomele griego, de miel y pimienta; el vino dulce Ilioston, parecido a la mistela, elaborado con uvas expuestas al sol durante días; el vino de Meushan, elaborado con uvas dulces ahumadas; el especiado vino de Libia, joven y amargo, llamado Vinum Conditum, que aún se bebía en el Siglo VI de la era cristiana.
Durante la Edad Media decayó el arte de la vinificación pese a que los romanos habían llenado de viñas las comarcas que ellos entendían que darían buenas cosechas (España, Galia y África del Norte). La elaboración de vino era propia de monasterios y abadías por la necesidad de su uso durante las misas. El gran trabajo de los monjes dio como resultado numerosos avances en la viticultura.
Pero no fue hasta finales del XVIII cuando se mejoraron los procesos de obtención y elaboración para que los vinos pudieran permanecer hasta 20 años dentro de los barriles de almacenamiento.
Origen etimológico
Por cierto, la palabra vino proviene del latín vinum, un término presente en el Cantar de Mio Cid, la obra más antigua de la literatura en castellano.
